La singularidad del paisaje de Los Villares y su proximidad a la capital han
supuesto siempre un fuerte atractivo para los artistas que gustaron de
frecuentar el pueblo, buscando en él motivos para la inspiración y para el
ejercicio de sus Artes. Y entre los pintores que frecuentaron el pueblo en el
último tercio del siglo XIX, cuando pese a su cercanía a la capital Los Villares
conservaba aún las notas más distintivas de sus esencias serranas, hay uno
que destaca: Pedro Rodríguez de la Torre. Nació este pintor en Jaén el 1 de
febrero de 1848. Iniciado en la Escuela de Dibujo que bajo la dirección de D.
Manuel de la Paz Mosquera se había creado bajo los auspicios de la Real
Sociedad Económica, sus dotes le granjearon una beca o pensión de la Excma.
Diputación Provincial que le permitió marchar a Madrid para estudiar en la
Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, de la que fue alumno
destacado en el período 1868/1871, mereciendo otra pensión para ampliar
estudios en Roma donde fue condiscípulo de pintores tan señalados como
Alejandro Ferrant, Francisco Pradilla, Casto Plasencia y Emilio Sala. Finalizado
su periodo de formación regresó a Jaén donde instaló su estudio dedicándose
intensamente a la pintura e iniciando su concurrencia a las Exposiciones
Nacionales de Bellas Artes. Concurrió a las de 1876, 1878 y 1881 donde obtuvo
una tercera medalla. Ejerció la docencia en la Escuela de Dibujo creada por la
Real Sociedad Económica en 1882, en la que desde 1o de octubre de 1882 a 31
de mayo de 1887 fue profesor de la asignatura de “Dibujo del Antiguo”. Pasó
luego a la Escuela de Bellas Artes de Palma de Mallorca. También fue profesor
en Valencia y Barcelona, pasando finalmente a Zaragoza donde fue director de
la Escuela de Artes y Oficios, cargo que ocupaba a su fallecimiento en mayo de
1915. En los años de 1873 a 1887 Pedro Rodríguez practicó asiduamente el
paisaje y la denominada “pintura de género”, modalidad entonces muy en
boga. Por eso se interesó muy vivamente por pintar tipos populares y escenas
de la vida cotidiana del pueblo llano. Sería entonces cuando comenzó a
frecuentar Los Villares, tal vez animado y protegido por un ilustre villariego, D.
José Campos Alcalde (1809-1899), director y miembro destacado de la Junta de
Oficiales de la Real Sociedad Económica, de la que el pintor era profesor. Le
interesaba al artista recoger sobre todo tipos y figuras de las que en Los
Villares se ofrecía entonces un amplio repertorio. Aún estaba vivo el interés por
las escenas costumbristas que habían impulsado en su momento los pintoresrománticos y los seguidores de aquella corriente de “Los españoles pintados
por sí mismo”. Por eso Pedro Rodríguez recoge en Los Villares muchos apuntes
y hace más de un esbozo con la intención de luego llevarlo a lienzo. La
dispersión de su obra, hoy en proceso de localización y estudio, nos impide por
el momento conocer con detalle cual fue el fruto de sus reiteradas visitas a Los
Villares. Pero afortunadamente nos queda una obra muy representativa. Se
trata del cuadro titulado “Un Villariego”, óleo sobre lienzo de 36x46 cm,
actualmente en la colección de D. Ricardo de Villegas Herrera. Pintura muy del
agrado de su autor, que la seleccionó para ser expuesta en la Exposición
Provincial de 1878, un sonado acontecimiento que a manera de ilusionada
Feria de Muestras, organizó la Real Sociedad Económica en agosto de 1878. En
esta exposicón, la pintura “Un Villariego” figuró expuesta con el número 1337
de catálogo, mereciendo muchos elogios. También se expuso en la exposición
antológica sobre Pedro Rodríguez, que organizó el Instituto de Estudios
Giennenses y el Museo Provincial en mayo de 1978. Representa a un vecino de
Los Villares, ya de edad madura, que con un cigarrillo entre los labios posa en
la encrucijada de una de las calles pinas y agrestes del pueblo. La pintura es
todo un documento etnológico, pues nos permite conocer como era el traje
popular de los villariegos en el pasado siglo, dejándonos una instantánea
irrepetible de gran sabor costumbrista. En definitiva una hermosa estampa
muy representativa del interés que el pueblo de Los Villares despertó siempre
en los artistas comprovincianos y muy digna de ser más divulgada y conocida.
Nº11
Curso 98/99
segundo trimestre
Manuel López Pérez
Cronista Oficial de Los Villares
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