lunes, 16 de diciembre de 2013

NUESTRO PASADO Tradición oral y escrita en torno a las fiestas del Rosario

Para conocer la identidad de un pueblo hemos de investigar sus raíces, refiriéndonos con esto a buscar los hechos que han marcado y forman su historia. Animándoos a los escolares a que busquéis y recojáis las cosas curiosas que conocen y cuentan nuestros mayores, os voy a resumir algunos datos significativos y curiosos que hace unos años publiqué en el libro “Los Villares canta a su Patrona” sobre la tradición oral y escrita existente a cerca de nuestras Fiestas del Rosario. Para conocer el origen de estas fiestas, hemos de remontarnos a la batalla de Lepanto (7 de octubre de 1571), en la que la escuadra cristiana, al mando de D. Juan de Austria, derrotó a la flota turca. En el mundo cristiano esta victoria se atribuyó a la intercesión de la Virgen invocada por las cofradías del Rosario con oraciones y procesiones. Por eso el Papa S. Pío V instituyó al año siguiente la fiesta de la Virgen de la Victoria. Un año después, el Papa lo fechó el primer domingo de octubre. Por último en tiempo de S. Pío X, fijó su celebración el día 7 de dicho mes. Nuestro pueblo nacido como entidad a principios del siglo XVI, inserto en las corrientes sociales y religiosas de la época, toma como Patrona a la Virgen del Rosario y en un interesante manuscrito conservado hasta nuestros días encontramos que desde “tiempo inmemorial” existía “una singular, cordial y afectuosa devoción a esta Virgen”, que dio lugar a que el 3 de abril de 1781 un grupo de vecinos presentaran y les fueran aprobados por el Obispo de Jaén D. Agustín Rubín de Zeballos los “Estatutos de la Congregación de soldados marianos del S.S. Rosario de la villa de Los Villares”. En estos estatutos vemos que para entrar en la compañía debías ser “persona de buenas costumbres, fama y opinión”, y descubrimos que el número original de congregados era sólo de 15, en “reverencia” a los quince misterios del rosario, habiendo otros quince supernumerarios o pretendientes que ocuparían las vacantes que se fueran sucediendo. Posiblemente los quince primeros coincidieran con los conocidos alabarderos y los segundos con los escopeteros. Los cargos existentes eran: Capitán, Teniente, Alférez, Fiscal, Munidor, Cobrador de cabos de año, multas y limosnas, Enfermero y Secretario. Se conoce la redacción minuciosa del formulario de entrada y de las obligaciones y bienes espirituales y temporales de que gozarían los congregados, todo esto con bastante precisión y exigencia, cosa llamativa para nuestra sociedad actual, permisiva por excelencia. El manuscrito conserva asímismo actas de cabildos y resúmenes de cuentas que llaman nuestra atención, tales como las cuentas de 1905 donde los ingresos dela Cofradía ascendieron a 519 ptas y 25 ctm y los gastos a 503 ptas y 85 ctm, quedando en “existencias” 15 ptas y 85 ctm; o el acta de 1904 en la que se habla de la Torata de la Candelaria, que pesó 47 libras y costó la suma de 55 pesetas y 80 céntimos. Tras estos datos sacados de textos escritos, la tradición oral recoge curiosidades tales como la costumbre que llega hasta 1976 de salir pidiendo por las calles del pueblo y por los cortijos con un borriquillo, recibiendo donativos de los vecinos, que eran generalmente de trigo, realizando las gentes promesas de darl el peso de una persona en grano por haber recibido una curación o gracia especial de la Virgen. Tambien hasta no hace muchos años después de los bautizos, las madres presentaban al niño a la Patrona, cantaban una Salve y dejaban encendida una vela. Luego cuando los hijos se iban al servicio militar, las madres ponían en su cartera un trocito de manto de la Virgen, procedente de recortes o arreglos, con el deseo de que recibieran su protección. Otra tradición muy curiosa que desaparece hacia los años treinta, es que los turroneros, desde sus casetas, al paso de la procesión, echaban al aire puñados de almendras, bolicas y caramelos. Conocemos por boca de nuestros mayores que la imagen de la Patrona fue destruida en la Guerra Civil (1936) y sustituida posteriormente por la actual, obra del escultor de Santisteban del Puerto, Jacinto Higueras; conservando de la antigua, el Niño, la Corona, el Rostrillo y la Media Luna. Recientemente la Imagen ha sido restaurada en Sevilla por D. Salvador Madroñal, renovándosele gran parte del ajuar. Volviendo a la tradición oral, sabemos que gran parte de las canciones que identifican el “Día del Rosario” fueron compuestas a principios de siglo por nuestros paisanos, Da Ángela Molina Luque, que escribía las letras y D. Juan de Mata Espejo que componía la música, autores ambos de las Letrillas y el Ramillete. Estos son sólo algunos detalles de las tradiciones que reflejan la expresión popular de valores religiosos y las relaciones sociales que han ido cultivando y transmitiendo los que nos precedieron en el tiempo; y que han ido formando el tono moral, cultural, afectivo y social que marcan e identifican a nuestras familias y a nuestro pueblo.


Nº9
Curso 97/98
Inmaculada Alcalde García

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