lunes, 16 de diciembre de 2013

NUESTRO PASADO Los Villares en Don Lope de Sosa

En el trabajo de todo estudioso e investigador de la Historia, la Cultura y el Arte jiennenses, se hace muy a menudo obligada referencia a una publicación, de difusión provincial sobre todo, que con el tiempo se ha convertido en un clásido de las bibliotecas y hemerotecas de la provincia. Se trata de la revista Don Lope de Sosa, cuyo primer número vio la luz el año 1913, y que prolongó su trayectoria hasta finalizar en 1930 a causa del fallecimiento de su director, el cronista oficial de la provincia, Alfredo Cazabán Laguna. Hemos de señalar que hay un intento de continuidad más adelante, cuando en 1944 nace otra revista de parecidas características llamada Paisaje, que se mantuvo hasta 1966. Tanto una publicación como otra son fuentes de primera mano en lo referente adatos históricos, artísticos y culturales de nuestra provincia, que los investigadores empeñados en rescatar del olvido la historia jiennense, deben conocer y manejar. Es mi deseo aprovechar las páginas que me ofrece el informativo escolar La Fuente para divulgar entre sus jóvenes lectores las noticias que sobre nuestro querido pueblo se encuentran en Don Lope de Sosa. También es verdad que esto hay una intención un tanto subjetiva como es el procurar que nuestros estudiantes comiencen a curiosear en torno a nuestra historia y cultura; si a través de estas líneas se consigue que alguno se interese por ello, daremos por bien empleadas nuestras palabras. La mayor parte de las noticias aportadas en la revista a cerca de Los Villares nos las ha proporcionado el villariego, maestro de primera enseñanza, convertido por aquel entonces en periodista, Eduardo Campos. Este erudito personaje acomete la labor de explicarnos, entre los años 1919 y 1927, la historia antigua de Los Villares, realizada desde un punto de vista muy subjetivo, acorde con el momento en que se escribe, y también, por qué no decirlo, de una forma encantadora, aunque hoy día algo obsoleta. De esta manera, a través de sus artículos en diferentes números de la revista, intenta aclararnos, en un alarde de erudición y conocimiento de los términos científicos y técnicos de la época, el primitivo poblamiento de Los Villares, sus pueblos aborígenes, su cultura prehistórica y, sobre todo, el asentamiento “íbero-romano” -como él dice- de Isturgi, sobre el que escribe en diferentes ocasiones. A propósito de Isturgi, desde un punto de vista más adecuado a la metodología actual, y para evitar caer en errores que nos pudieran confundir, deberíamos aclarar que en la antigüedad Isturgi era un Oppidum (núcleo de población) íbero, fundado posiblemente hacia el siglo V a.C., que se ubicaba en la zona ribereña del Guadalquivir, cerca de lo que actualmente es Andújar. Me atrevo a pensar que pudiera ser ese mismo oppidium cercano a Andújar el que, erróneamente, nuestro paisano, quizá en un intento de dar una cierta legitimación histórica a nuestro pueblo, destaca entre los varios asentamientos “ibero-romanos” que él supone existentes en la zona villariega, produciendo así una pequeña confusión entre sus lectores. De esta forma, por aquellos años 20 del presente siglo cuando él escribe, lo sitúa en los aledaños de Los Villares, mencionando un poblado rodeado de una muralla, en el que se fabricaban objetos de alfarería y donde había un templo y unas termas, éstas últimas en el lugar conocido como el Ojo del Moral. Dicha población, siempre según este historiador local, fue destruida por los vándalos hacia el año 416 d.C., cuando, huyendo de los godos, arrasaron todo lo encontrado a su paso. No obstante, es verdad que a lo largo de los primeros años de nuestro siglo fueron apareciendo en diferentes parajes del campo villariego -como Las Majadillas, Las Viñuelas, etc- una serie de restos arqueológicos pertenecientes a diferentes etapas de la prehistoria y de la historia, como útiles de piedra, cerámica, vestidos, armas, incluso monedas de oro y plata y restos humanos de enterramientos, que justificaban perfectamente las teorías de Eduardo Campos sobre los primeros asentamientos humanos en nuestro pueblo. Lamentablemente, hoy día no queda ningún material arqueológico que pueda ser estudiado con un método actual mucho más válido. Por esto, los escritos aparecidos en Don Lope de Sosa, aún sin mucho fundamento científico, nos permiten conocer, aunque sea de forma indirecta, los datos sobre la historia villariega. Así, a partir de ahí, podremos ir recomponiendo nuestro verdadero pasado y nuestros orígenes.


Nº8
Curso 97/98

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