lunes, 16 de diciembre de 2013

NUESTRO PASADO Consideraciones en torno al patrimonio histórico-artístico

Rosario Anguita Herrador: Licenciada en Geografía e Historia por la Universidad Complutense de Madrid. Doctora en Filosofía y Letras por la Universidad de Granada. Becaria del Plan de Formación del Personal Investigador en la Universidad de Granada entre 1985-88. A partir de entonces y hasta la fecha, Profesora de las Universidades de Granada y Jaén. Es autora de los libros: “Jacinto Higueras. El artista y su obra” y “Arte y Culto. El tema de la Eucaristía en la provincia de Jaén”. Participa en artículos en revistas especializadas y con ponencias y comunicaciones en congresos nacionales e internacionales, como el último celebrado en Amsterdam en 1996.
En estos tiempos en los que los avances de la técnica, las ciencias y la ingeniería hacen que las materias humanísticas resulten anticuadas y fuera de lugar, desde estas líneas quiero hacer una llamada de atención sobre éstas últimas. Tal vez sea una actitud en cierto modo romántica y casi quijotesca, pero creo que conocer nuestra cultura y nuestro pasado es la mejor manera de comprender el presente y prepararse para el futuro. Así pues es muy necesario prestar atención, mantener la curiosidad siempre viva, saber observar todo lo que nos rodea y, ante todo, respetar el legado que nos dejaron los antiguos. Por esta razón, como villariega y como estudiosa del pasado y del arte, me siento obligada a hacer una reflexión sobre el pequeño patrimonio histórico- artístico con que cuenta nuestro pueblo. Nacido como una pequeña aldea creada para repoblar y roturar las tierras de la Sierra de Jaén en la primera mitad del siglo XVI, Los Villares se nos presenta como un núcleo de población de características coloniales derivado del urbanismo medieval como es el de las Bastidas francesas o el de las ciudades hispanas de Villarreal, Santa Fe y Puerto Real, todas ellas reproduciendo la forma de los antiguos campamentos militares romanos caracterizados por situarse en lugares llanos y estructurarse en planos uniformes y de calles rectas que se cortan en sentido perpendicularoriginando manzanas de formas rectangulares. Curiosamente la fundación de Los Villares se llevó a cabo en un cerro, por lo que su primitivo plano debió adaptarse a este accidente geográfico, lo que dio lugar a una serie de calles en pendiente (eso sí, de trazado rectilíneo) que flanqueaban una plaza, por cierto más amplia de lo que actualmente es. En el entramado urbano formado por simples construcciones de viviendas, muy reformadas en los últimos tiempos, destacan tres edificios situados precisamente en las inmediaciones de dicha plaza: la Iglesia, el Ayuntamiento y la casa solariega conocida como la Casa Grande, tal vez los tres construidos por la misma época. Mientras que de los dos últimos, de tipo civil, habría que resaltar la existencia de un patio y una fachada en la que intervienen la piedra como material de construcción más fuerte y acorde con la nobleza de estos dos inmuebles, el templo es un edificio en el que se pueden apreciar perfectamente las características de la arquitectura religiosa de la etapa manierista, desarrollada en los últimos años del siglo XVI y primeros del XVII. Éstas características se manifiestan de forma especial en una planta de “Cajón”, es decir, de una sola nave, con capillas- hornacinas en los lados, crucero con cúpula de media naranja, testero plano, coro a los pies, y una decoración sobria y sencilla que se vería enriquecida possteriormente con objetos móviles como retablos, imaginería religiosa, lámparas, etc. Precisamente será esta parroquia de San Juan Bautista la depositaria del pequeño patrimonio histórico-artístico del que Los Villares goza. Entre las obras escultóricas con que cuenta en la actualidad hay uqe destacar dos imágenes realizadas en el taller del notable escultor, nacido en Santisteban del Puerto, Jacinto Higueras, artista de reconocido éxito dentro y fuera de nuestras fronteras, lo que da empaque y prestigio al templo. La primera de ellas es la de Nuestra Señora del Rosario, patrona de la villa, encargada por la cofradía al citado autor hacia 1940. Situada en la hornacina abierta en el lateral izquierdo del crucero de la iglesia, se trata de una imagen de vestir o de “candelero” tallada en madera y policromada. Aparece siguiendo la iconografía mariana, tan repetida a lo largo de la historia, de la Virgen Teotocos o Virgen como trono del Señor. Además, aunque sea lo más usual entre este tipo de imágenes el de la postura sedente y ésta sin embargo se encuentra de pie sosteniendo al Niño en sus brazos, según el esquema iconográfico citado, los dos miran al frente sirviendo de esta forma la madre como asiento o trono de Dios. La segunda imagen es la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, realizada en 1954. Está situada en la hornacina abierta en el lateral derecho del curcero, y en este caso consiste también en una talla en madera policromada que representa la figura del Nazareno con la curz a cuestas ccamino del Calvario, y en la que el dolor y cierto aire de tristeza se manifiestan sobre todo en los rasgos de la cara. Por su parte, también el templo cuenta con un pequeño tesoro parroquial procedente casi todo de talleres cordobeses y jiennenses del siglo XVIII, y formado especialmente por objetos de uso litúrgico realizados en plata entre los que destacan los vasos sagrados como cálices o copones, vinajeras, portaviáticos, un portapaz, un juego de sacras y una custodia, a través de los que se pueden observar las características de la orfebrería de dicha centuria. En consecuencia, sean tanto el mismo templo como las esculturas talladas o las obras de orfebrería, todas ellas son las joyas artísticas de Los Villares. No cabe duda de que este patrimonio fue bastante más rico en épocas anteriores, pero los diferentes avatares que trae la Historia provocaron su desaparición. Procuremos que no vuelva a ocurrir, y sólo de una forma es posible: CONOCIENDO, APRECIANDO, AMANDO Y RESPETANDO nuestro pasado.


Nº6
Curso 96/97
tercer trimestre
Rosario Anguita Herrador

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